Silverio Franconetti

Es el primer gran maestro del cante flamenco no gitano, aunque aprendiera el cante de los gitanos; y presumiblemente su vida fue confortable desde el principio, a juzgar por los datos familiares que conocemos. Es, pues, un personaje "distinto" en el ámbito flamenco de la época, y esto habría de reflejarse en su cante: no sólo reelaboraría los géneros, dulcificándolos, haciéndolos más asequibles a auditorios mayores, sino que, además, profesionalizaría al artista, contratándolo para actuar en los cafés cantantes que él contribuiría de forma decisiva a crear. En el momento en que surge Silverio, el flamenco no se conocía nada más que entre los gitanos y en los suburbios. Pocos castellanos lo gustaban y para escucharlo tenían que ir donde estaban ellos. Silverio se dio cuenta de que para hacer el cante asequible a las masas no había más camino que ponerlo a su alcance, y para eso injertarlo en los géneros populares de la época: la canción regional andaluza.

Fue el primer cantaor enciclopédico de la historia del arte flamenco. "El único cantaor que todo, absolutamente todo, lo cantó extraordinariamente bien". Las cabales de Silverio son en nuestros días el cante más popular de este cantaor, y muchos artistas las interpretan como final de una serie de siguiriyas. También fue autor de letras, muchas de las cuales siguen cantándose hoy. Fue trascendental la influencia de Silverio y de su café de la calle del Rosario en el futuro del arte flamenco. El cantaor y la bailaora se convirtieron en artistas profesionales, que actuaban a hora fija y cobraban por ello un estipendio. Llevó el flamenco a salones públicos, y esto fue decisivo para que el arte ampliara sus horizontes. Este cantaor murió en Sevilla el 30 de mayo de 1889.

Silverio, para "enriquecer el cante gitano", creó el género flamenco, mezcla de elementos gitanos y andaluces.


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