Cante
El panorama del cante flamenco no puede ser más dilatado ni rico. Comprende unas cuarenta especies, alguna de las cuales proliferan en treinta, cuarenta y aun incuenta formas bien diferenciadas. A su vez, alrededor de quinientos cantares distintos constituyeron en un pasado, ahora incluso más, el dominio de este arte singular. En ellos se decanta la historia musical de Andalucía, que es la de España, y su valor de síntesis es patente en modalidades, como las alegrias de Cádiz, que conjugan con su arte sabio y refinado elementos folklóricos tan dispares geográficamente como los aragoneses y los andaluces. Dotado de intenso imán de poderosa fuerza centrípeta, el flamenco atrajo a sí y asimiló formas musicales extrañas, nacidas en otras regiones españolas, y aún mas allá del Atlántico. En el cristol flamenco se fundieron tradiciones musicales remotas y próximas, dando por resultado una criatura artística, de tal novedad, a pesar de sus ecos primitivos, que constituye una isla dentro del folklore hispano.
Se viene diciendo desde hace un siglo que el cante atraviesa una peligrosa crisis, que se están perdiendo muchas de sus formas, y que las superivientes son, en su mayoría bastardas. Hay que reducir a sus justos límites esta apreciación tan pesimista. Algo se pierde y algo degenera: son sonsecuencias fatales del fluir del tiempo. Pero de tal echo no debe deducirse la decadencia y el empobrecimiento del cante. El panorama actual no puede ser más optimista. Especies verdaderamente preciosas, por lo raras, que creíamos desaparecidas, renacieron en los últimos años con prodigiosa vitalidad, y la suma de los cantes hoy en activo seguramente sobrepasa cuanto podíamos esperar. Estas que llamo especies preciosas no habían muerto, manteniéndose vegetativamente en círculos familiares gitanos al margen de las formas flamencas cultivadas por el profesionalismo. Hoy, al calor y al estímulo de la afición, pasaron de una existencia semisecreta a la publicidad más notaria.