Mantones y Trajes

LOS MANTONES:

La artesanía en España se ha destacado siempre no sólo por la maestría y limpieza que sabe dar a las formas del dibujo sino por la exquisita combinación de colores que da el realce y las sombras a las rosas, pájaros y demás elementos del diseño.

Los más frecuentes tipos de mantones son los que se relacionan:
-Tradicional: su dibujo es espeso pero delicado y menudo. Suele estar bordado en colores negro y marfil.

-Isabelino: suele tener bordadas cuatro esquinas y el centro vacío o salpicado de pequeños ramilletes de flores.

-De Cigarreras: su dibujo es de rosas grandes de tonalidades vivas.
-De Pájaros: su dibujo suele estar cuajado principalmente de pájaros y de pequeños grupos de rosas y flores para completarlo. Para bordar el cuerpo y las alas de los pájaros se suele utilizar seda abierta y entremezclada.
-De Rosas: todo el mantón está bordado con rosas de colores distintos.

Andalucía dio muy pronto su carácter al mantón, lo cubrió de rosas y claveles donde había almendros y flores acuáticas y sustituyó los dragones y pagodas chinos por motivos florales y escenas costumbristas propias.

TRAJES FLAMENCOS:

"Abrigo en el pecho, como a un enemigo
al que temo ofender, un corazón
exageradamente espontáneo que siente
todo lo que yo sueño como si fuese real,
que acompasa con el pie la melodía
de las canciones que mi pensamiento canta,
canciones tristes, como las calles estrechas
cuando llueve."

(Fernando Pessoa)

El origen del traje de flamenca se remonta a la indumentaria faena de la mujer andaluza, los mismos que habrían de lucir las acompañantes de los tratantes de ganado que, con motivo de la Feria de Abril de Sevilla se reunían en el Prado de San Sebastián desde 1847. Gran parte de las tratantes de estos rústicos eventos eran gitanas y campesinas, y sus prendas de vestir eran simples batas de trajinar rematadas con dos o tres volantes. Poco a poco estas humildes prendas, por el realce que hacían de la figura femenina, se fueron poniendo de moda, de manera que las clases más altas, comenzaron a imitar al acudir a las ferias de ganado, la vestimenta de las más humildes. El ocio hizo sucumbir al negocio y la feria perdió su apellido -de ganado-. La Exposición de Sevilla de 1929 sirvió como consagración del traje de flamenca y la aceptación por parte de las clases pudientes como atuendo indispensable para acudir a la Feria.

 

La profesionalización del flamenco actuó, por las mismas fechas, de forma paralela en la consagración de la vestimenta tradicional andaluza como vestuario propio del escenario, enriqueciéndose en tejidos, ornamentos y complementos: encajes, tiras bordadas, flores, bisutería, mantones de Manila, abanicos... Así la tosquedad de las primeras telas fue vencida con la profusión de volantes, que imprimían al andar un aire más jacarandoso. Las características se decantaron claramente con el paso del tiempo: escote de pico, redondo o cuadrado, pelo recogido en moño, talle ceñido que se abre en las caderas a modo de flor. Una libertad creativa que actuó, junto a la naturaleza realzadora de la belleza femenina, como acicate en la evolución de un traje que en los años sesenta incluso llegó a hacerse minifalda. Así la tosquedad de las primeras telas fue vencida con la profusión de volantes, que imprimían al andar un aire más jacarandoso.

 

Por su parte, el traje corto era, antaño, el de faena en el campo y con el que acudían a las ferias de ganado, a entablar relaciones comerciales con tratantes, vendedores y compradores. Mientras tanto, el sombrero era una prenda que se usaba habitualmente en la época. El traje corto de amazona es una derivación del masculino.


 


Crea una web gratis Webnode