Bulería
Surgieron a finales del siglo XIX y son prototipo de cante gitanofestero. Tienen compás propio y sus "letras" coinciden métricamente con las de soleares. Alegres, intencionadas, pero también sentimentales y casi patéticas, constituyes una de las más vastas provincias del arte flamenco. Desde las bulerías de "La Moreno" hasta las de Mairena y desde las de las de Pastora Pavón ("niña de los peines") hasta las de Paquera de Jerez, existe un repertorio inagotable.pocos cantes tan prolíferos y vivos como éste. Su virtud se basa en su arrebatador compás. Arrastran mágicamente al baile. No obstante su inacabable variedad, se distinguen dos extensos grupos: bulerías "al golpe" o para cantar, muy próximas a la soleá, y bulerías "ligadas" o para bailar.
Es un palo bullicioso, festero y alegre. Se distingue por su ritmo rápido y redoblado compás que se presta más que otros cantes al jaleo y las palmas. Con frecuencia interviene como remate de otros cantes, principalmente de la soleá, aunque también suele ser el baile con el que se remata toda juerga flamenca. En este caso, se reúne todo el cuadro en el centro del escenario en un semicírculo y, de uno en uno, los intérpretes van saliendo a bailar una parte de la pieza. Normalmente, se comienza con una llamada y se termina con la salida con la que el bailaor regresa al puesto que ocupaba en el círculo.
La suprema figura es Pastora Pavón. Excelentes "buleaeras" son Paquera de Jerez, Fernanda y Bernanda de Utrera, María Vargas de Sanlúcar, "La Perla de Cádiz", y Rosalía Ortiz. Entre los cantaores, a la cabeza están Antonio Mairena y Manolo Caracol; luego Beni de Cádiz, "Terremoto de Jerez", Antonio Núñez "Chocolate", "Jarrito"...
Rango único e impar alcanza el baile por bulerías del maestro jerezano "Paco Laberinto" y del genial bailaor, gloria de la coreografía flamenca, Mario Maya.
Es un baile repleto de intuición por parte del artista que le permite mucho lucimiento y gran comunicación con el público, porque es el estilo que admite mayor improvisación. El compás juega un papel fundamental en esa libertad de movimientos espontáneos, graciosos y pícaros. Se requiere dominio de los contratiempos, riqueza de pasos, velocidad y fuerza en los pies si se quiere zapatear y expresividad absoluta en los brazos, en el cuerpo e, incluso, en la cara. A veces, se meten por bulerías pasos de otras danzas folclóricas y populares, aunque con un toque de guasa o de burla, y es el único palo flamenco que admite saltos en la interpretación masculina. Tiene el mismo compás que la soleá, pero mucho más rápido.
Aparecieron a mediados del siglo XIX en Jerez, aunque también tienen su núcleo en Utrera y Cádiz. La copla tiene tres o cuatro versos octosílabos y sus letras son intrascendentes, aunque dotadas de fuerza en la interpretación. Dentro de su heterogeneidad pueden destacarse las bulerías al golpe y las bulerías ligadas. A las primeras se les llama también bulerías por soleá y son de ritmo más lento. Las segundas son trepidantes. Desde hace unos años está de moda interpretar por bulerías letras de canciones y coplas que en su origen no son flamencas. Lo importante es decir bien la letra ajustándose a un compás exacto.
Se ejecutan en los tonos que se quiera, con predilección del medio o por arriba. Estando por el medio, se tocan los mismos acordes que en la soleá, en LA mayor y SI bemol mayor. Hay otras bulerías a las que se les dan los acordes de las alegrías por el medio, en LA mayor y dominante, y si es por arriba MI mayor y dominante. Los desplantes en este baile son iguales que las alegrías cuando terminan y entran en bulerías y su rasgueo, también lo mismo, aunque haya alguien cantando.