Caracoles
El nombre de este palo se debe a la letra del estribillo que repite insistentemente la palabra caracoles. Pertenece al mismo grupo que las cantiñas, el compás es el mismo. Aunque su origen es andaluz, se ha llegado a pensar que era de Madrid debido a que las letras de los caracoles más conocidos hacían numerosas referencias a la capital de España. El baile, vinculado a las alegrías y a la soleá, podría tener relación con los caracoles clásicos del grupo de bailes de palillos. Se interpretaban en los cafés cantantes y son más adecuados para la mujer.
Los caracoles osn otra cantiña gaditana, muy cultivada en el siglo pasado en Sanlúcar y los Puertos. Recital que llevó a su plenitud Don Antonio Chacón, los caracoles siguen ritmo de soleá, análogo al de las alegrías de Cádiz. Su música, o "son", como dicen los profesionales, es muy variada. Canto brillantísimo y alegre, tambien se baila, cosechando abundantes éxitos tanto en España como en el extranjero.
No puede decirse con rigor que no haya especialistas como lo fue Chacón. Si hubiérmanos de citar excelentes intérpretes actuales no vacilaríamos en destacar a Antonio Mairena, Antonio Fernández Díaz "Fosforito", Roque Montoya "Jarrito", Rafael Romero "Gallinas", Curro de Utrera, Francisco Jurado Regalón "Niño de la Magdalena" y Pepe Núñez "Pepe de la Matrona".
Baile flamenco más propio de la mujer, por lo que presenta, como las soleares o las peteneras, un gran número de movimientos ondulatorios que se corresponde con los punteados leves y con la melodía cadenciosa de la música. Es posible que tenga su precedente en otro baile de la llamada escuela moderna de palillos y que se conocía por el nombre de caracoles clásicos.
El toque se realiza únicamente en DO mayor y dominante y para buscar la tonalidad del que canta. Es necesario el uso de cejilla ya que sólo se usa esa colocación de mano izquierda. Casi al final la melodía puede hacer una modulación que va a MI mayor y FA mayor, pero inmediatamente vuelve a DO mayor y dominante, que son los acordes básicos. La medida es la misma que la de las soleares, las alegrías y las bulerías. Tanto el rasgueo como las falsetas o variaciones tienen que ser grupos de cuatro compases.
Sus letras suelen ser graciosas y, a veces, picantes, y en ellas se introduce, entre estrofas y a modo de estribillo, la palabra caracoles. Su origen se remonta al siglo XIX y la tradición atribuye a Tío José El Granaíno la creación de este cante. Pero quién verdaderamente los engrandeció y les dio fama fue Antonio Chacón que les añadió detalles musicales y transformó algunas letras con alusiones a Madrid en las coplas. Esto ha llevado a pensar que los caracoles eran un cante madrileño. Actualmente algunos cantaores llevan este estilo en su repertorio, entre ellos, Naranjito de Triana y Chano Lobato.
El compás es el mismo que el de todas las cantiñas, de doce tiempos:
Como palo, pertenece al grupo denominado de las cantiñas y musicalmente está muy próximo a las alegrías y al mirabrás. Es un cante cuya copla consiste en una serie de estrofas, con versos de diferentes medidas.