Saeta
No siempre fue la Saeta tal como hoy la conocemos y concebimos, en sus formas flamencas. Sus orígenes provienen de actos religiosos misioneros y penitenciales utilizados por el Clero durante los siglos XVI y XVII, como apoyo a su labor evangelizadora y dirigidos solo al pueblo. Después de estos cantos o recitados en voz alta que hacía el Clero, en sus misiones por las calles, pasó al pueblo de forma sencilla y llana, convertidos en simples romances de la pasión, alejados y exentos de toda exagerada exclamación pública de dolor, y dirigidos ya a las Imágenes que procesionaban.
Pero, desgraciadamente, el mensaje de las antiguas y llanas Saetas asalmodiadas se ha ido extinguiendo al paso del tiempo en muchos rincones de la vieja Andalucía. De reliquia viviente se ha de considerar los escasos lugares donde aún perduran estas Saetas no aflamencadas que, en la mayoría de ocasiones, son cantadas por personas muy mayores, con sentimientos muy profundos, en recuerdo o a la memoria, casi siempre, de sus antepasados más cercanos.
El decaimiento de la práctica de estas viejas Saetas y la ausencia total de medios de grabación en el pasado propició la pérdida definitiva de muchas de ellas, y de lo que es peor, la extinción de la originalidad de sus músicas. Es muy común escuchar por doquier: “Aquí antiguamente se cantaba una Saeta que se cantaba como hablando en voz alta, pero ya hace años que se perdió”.
Aunque todas las provincias andaluzas pueden hablar de la existencia de alguna que otra Saeta autóctona y que por la gracia del destino hoy se conserva todavía de forma aislada en algún pueblo o ciudad, el actual mantenimiento de la Saeta antigua los poseen dos Centros Saeteros localizados en las provincias de Sevilla y Córdoba. El nacimiento de las primeras Saetas pudo tener lugar en siglo XVII (no habiendo documentos escritos que avalen esta afirmación sino que son los estudios musicales efectuados los que apuntan a que algunas de estas melodías puedan derivarse de dicho siglo), pero su desarrollo y gran esplendor lo adquieren durante los siglos XVIII y XIX.
Aunque algunos teóricos citen como creador de la Saeta a Enrique el Mellizo, junto a su familia, esas fuentes no son del todo fidedignas, ya que su aparición como cante flamenco, es muy posible que devenga de bastantes años antes de su divulgación en los primeros años veinte. Hipólito Rossy sostiene la teoría de que el creador de la Saeta flamenca era Manuel Centeno, opinando otros que se la atribuían a D. Antonio Chacón, Manuel Torre. La Serrana (que grabó un disco), así como Medina el Viejo. Estos junto a la Niña de los Peines y Manuel Vallejo, le dieron a la Saeta un esplendor muy significativo en su primera Época, siendo "el Gloría" posiblemente el mejor de los interpretes, dándole a la saeta una interpretación tan personal, que es la que ha sido más seguidas por los saeteros posteriores dada su perfecta estructura flamenca desde el ángulo musical.